domingo, 28 de agosto de 2011

Mundo encriptado.


LEGADO DE LA MATERIA.

Hoy es un día importante para Mae, ya que hacía tiempo que no participaba en ninguna expedición fuera de los límites adyacentes de la ciudad. Pero antes de salir de su casa a vivir aventuras, primero debía de desconectar su traje dispensador de la toma fija de su cama. Como cada habitante de la ciudad, Mae llevaba puesto un traje dispensador, este traje consta de miles de micro tubos que inyectan cantidades macroscópicas de sustancia química a su organismo. Cuando tienes que moverte libremente al traje van acopladas dos bolsas de cinco litros, donde se meten las sustancias químicas para que ser dispensadas. Durante la noche el traje se conecta a una toma general así se evitan problemas de suministros. La autonomía del traje con las dos bolsas es de aproximadamente treintaicinco horas.

El traje es como una segunda piel para los estudiosos de la materia. Desde que nacen y hasta que mueren llevan puesto el traje dispensador. Nunca se lo quitan, pero lo ocultan llevando encima ropajes. Pero aunque sea muy útil para la vida el traje produce un shock muy grande en el cuerpo humano, este hecho sumado al que la primera vez que te lo pones tienes que sufrir el dolor de todos los micro tubos clavándose en el cuerpo, ha dado lugar a una serie de enfermedades mortales. 

Las sustancias que se dispensan al organismo a través del traje tienen varias funciones. La primera es la de mejorar la condición física de la persona. La segunda es la de alimentar de forma constante, al usuario del traje. Otra es la de protegerlo frente a factores externos que puedan ser perjudiciales. La más útil es la de regeneración rápida de heridas tanto leves como graves.

Mae se vistió rápidamente  se dirigió hacia el centro de investigación central. Como vivía muy cerca no tardo demasiado. El edificio tenia forma de modelo molecular solido, es decir eran varias esferas unidas formando una torre. El material con el que estaba fabricado era el orgullo de los estudiosos de la materia, ya que era un primero más duro que el acero, ligero como una plancha de cartón pequeña y fácilmente maleable si se calienta lo suficiente pero una vez frio no se puede deformar por mucha fuerza que se aplique.

Durante un mes, Mae se había preparado para la expedición fuera de los límites de la ciudad. Esto significaba que se iba a adentrar en un terreno el cual no era visible desde la ciudad. La ciudad estaba cercada por un muro metálico que tenia cada cien metros una obertura de tamaño medio para que la gente pudiera ver el exterior. En la puerta del edificio ya estaba todo el equipo listo y Mae era la última en llegar. Tras un breve repaso del equipo el grupo formado por diez personas se dispuso a salir de la ciudad. Antes de salir el miembro más experimentado del grupo se puso a inspeccionar el terreno para cerciorarse de que no había ningún peligro. Este acto era común ya que hacía pocos meses se habían detectado muchas manadas de animales por la zona. Por diversas causas las expediciones perdían una media de dos personas en cada una de las salidas, y estas no volvían a aparecer.

Como estaba estipulado todos salieron de la ciudad formando una cuadrilla de dos filas de cinco. Mientras andaban Mae se puso a hablar con su compañero:

Mae: Oye no me digas que no es emocionante salir de la ciudad, Evo.

Evo: Vaya cuantas veces te tengo que repetir que no te lo tomes como un viaje de aventuras.
Mae: Pues muchas veces, ya que esto es mi aventura.

Evo: Bueno pero que no se te olvide lo que tenemos que hacer.

Mae: Claro que se lo que tenemos que hacer. ¡Divertirnos!

Evo: Shiit no grites, como no te lo tomes enserio vamos a tener problemas.

Mae: Relájate te prometo que dentro de una hora estaré calladita recogiendo muestras de todo lo que nos rodee, que al fin y al cabo es para lo que hemos salido de esa jaula.

Evo: Pero no te duermas, o acabaras no regresando.

Mae: Bueno también sería divertido ser la primera que regrese después de vaporizarse.

Evo: No tiene gracia, así que céntrate y no descuides tu espalda.

Mae observaba todo lo que podía, ya que para ella todos los datos aunque fueran visuales podrían ser útiles. Cada paso que daba era un trozo de información que procesar, aunque su mayor deseo era realizar un hallazgo por el cual todo el mundo la recordara durante generaciones. Si decir nada salió corriendo de la formación avanzo un centenar de metros y a los pies de una formación rocosa, se paro. Acto seguido avisó a los demás con un grito.

No hay comentarios:

Publicar un comentario